lunes, 10 de junio de 2019

"Déjenme soñar"

Con la Champions y la Europa League sucede como con la fiesta de Reyes: si despiertas en mitad de la noche y, movido por la curiosidad y la avaricia, decides acercarte hasta el salón, es muy probable que la magia se evapore. 

Un solo paso en falso y toda la ilusión contenida se habrá esfumado. Para siempre. Volver atrás resultará imposible. No hay hechizo ancestral que pueda revertir la situación. Y aquella esencia de aires eternos, cobijada bajo un gran misterio, dejará de existir.

La curiosidad y la avaricia no han sido nunca buenas consejeras. Jamás. A lo largo de la historia, son muchas las naciones y reinos que han desaparecido dejando tras de sí la huella de estas dos compañeras. Pero aún a sabiendas de las consecuencias que suelen traer, todavía hay quienes siguen sin aprender de los errores del pasado. Quizá entonces, dentro de no mucho tiempo, habrá que lamentarse de nuevo. El fútbol europeo habrá muerto, el sueño de Europa. Y, una vez más, volver atrás, resultará imposible.
La Champions League: la competición con la que todos quieren soñar | Imagen libre de derechos
El camino a seguir, como el de ese niño que regresa a la cama hasta que llega la hora de levantarse y abrir los regalos, viene marcado por la prudencia. Un camino cuyos resultados no pueden disfrutarse hasta al cabo de unas horas, de unos años. Pero no se engañen, amigos de la UEFA, el sabor que viene después es inigualable. 

Así pues, por una vez en estos últimos tiempos, dejemos que el dinero quede relegado a un segundo plano. Eliminen de sus cabezas todas esas ideas que seguro conducirán al fin de Europa, de ese continente que tanto grandes como pequeños han soñado alguna vez con conquistar: el Tottenham de Pochettino y el Ajax de Erik ten Hag, sin ir más lejos. La Champions y la Europa League están bien como están, ancladas en ese espíritu tradicional que el maldito progresismo que tanto mueve a esta sociedad quiere erradicar. Para siempre. De verdad, se lo digo: volver atrás resultará imposible.
¿Qué es Europa sin la ilusión de los más pequeños? | Imagen: Jan S0L0
La curiosidad y la avaricia nunca han sido buenas consejeras. El fútbol, gracia a Dios, es un deporte que no obedece a la lógica del más fuerte, por mucho que el dinero siga ampliando la diferencia entre grandes y pequeños. Pero, como se ha dicho siempre, tanto va el en cántaro a la fuente que al final se rompe. El día que pongan en marcha su ansiada Superliga Europea, ese cántaro se habrá resquebrajado. Adiós a los Reyes Magos, adiós a esos regalos únicos que cada temporada nos ofrece. Y quizá, al principio, las audiencias crezcan. Pero, al final, cuando toque despertar, todos descubriremos que Europa ya no está. Se habrá ido. Para siempre. Y volver atrás, desde luego, resultará imposible. 

Porque si impedimos que los más humildes puedan soñar, estaremos acabando con la esencia de este deporte. Porque si cortamos de raíz la emoción que nos brindan las eliminatorias a doble partido, estaremos acabando con la esencia de la competición. Porque si le damos carnaza al pueblo, carnaza será lo que termine demandando.